jueves, 22 de mayo de 2014

22.5.14 - cansada de la mejor manera

Ayer comencé la formación para prepararme para mi nuevo trabajo en la oficina. Me pasé gran parte del día allí. Salí agotada, no hice siesta, y me fui a comprarme alguna novelita ligera para no comerme el coco con todo lo que había estado aprendiendo. Hoy he estado unas cuantas horas, haciendo un recap de ayer. Al salir, he comido, me he echado un sueñecito de diez minutos, y he salido a recoger a Willow de la Kita (abreviación de Kindergarten). Hemos ido al parque una hora, y luego a casa. He hecho la cena, hemos jugado, y le he cambiado y preparado para que se fuera a dormir.

Al salir, he decidido volver andando a casa por varios motivos. El primero: todavía no me he comprado el ticket mensual de transporte. El segundo: la familia vive a 20 minutos escasos de mi casa. El tercero: hoy disfrutamos de 30º y la ciudad no podía estar más hermosa. Además tengo la suerte de vivir en uno de los barrios con más encanto de la ciudad.
Zionskirchestr. con la iglesia de Zion al fondo

Sabéis aquél trozo de la película "Amélie", en la que se siente en total armonía consigo misma y con el mundo a su alrededor? Minuto 4:07. Así me he sentido yo. He sonreído durante todo el trayecto. He contemplado la ciudad que me rodea: sus edificios ruinosos y cubiertos de grafitis, sus tiendecitas hipsters o bio, viviendas híper modernas o casas de más de cien años remodeladas, sus zonas verdes en cada esquina, sus iglesias de ladrillo rojo, sus calles empedradas irregularmente, montones de bicicletas aparcadas de cualquier manera, farolas y paredes cubiertas por cartel sobre cartel sobre cartel, los bares y restaurantes con las terrazas a rebosar de gente, su gente normal y su gente un tanto extravagante... Todo lo que se une para hacer de Berlín una ciudad extraordinariamente maravillosa.

Me he parado en un Späti, me he comprado una birra, y al llegar a casa me he dado una duchita bien fresca para quitarme la arena del parque y el sudor del paseíto. He sacado el sillón de leer al balcón, me he servido la cerveza, y un poco de helado de limón que quedaba por ahí, he cogido mi novelita ligera (que está resultando ser menos ligera de lo que esperaba), he puesto incienso a quemar y me he relajado.

Soy muy feliz.

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